GUARDIANES DE LA MONTAÑA
Víctor Corcuera Cueva
Alguna
vez alguien me dijo que todos nacemos con una misión en nuestras vidas. Estas
palabras siempre las tengo en mente sobre todo cuando me encuentro en mi zona
de confort, o sea en las zonas arqueológicas, áreas naturales [desprotegidas] y
en mi jardín.
Ayer
había decidido salir esta mañana hacia las Lomas del Cerro Campana. Esta mañana
aun con la consigna me tome mi tiempo para salir de casa, tome mi desayuno
tranquilo mientras mi celular cargaba y hervía el agua. Y durante este tiempo
que me preparaba, el llamado del Apu Campana se hacía más fuerte. Entonces por
alguna razón sin explicación lógica apresure el paso.
Empecé
a subir al promediar las 8:30 a.m. A
cada paso que avanzaba sentía el olor húmedo de las recientes lluvias. Cuidaba
de no pisar los plantulones que emergían de los poros del desierto que a diferencia
de otras oportunidades no estaba tan caliente. Seguí mi habitual ruta, el
objetivo era registrar la vegetación que emergía gracias al cambio climático.
La
primera gran sorpresa fue ver que una de las quebradas del Campana había vertido su
huaico en las canteras ubicadas en las faldas de esta montaña. Con la ayuda de
una motobomba los operarios secaban el pozo inundado.
Las dunas de arena se veían ya verdes, el ascenso se veía prometedor.
De repente un grito desde uno de los espolones del Campana llego resonando con
el eco:
-
¡Señor
suba con nosotros!
En
seguida seguí el trazo del eco. Logre divisar en la parte media del Campana
unas siluetas. Con los binoculares pude distinguir que eran tres.
-
¿Qué
hacen por allí? Respondí.
-
Vamos
a subir hasta la cima. Exclamaron
Entonces
seguí subiendo por el “camino de los biólogos”. Ya para ese momento no
escuchaba las voces hasta que un grito llamo mi atención
-
¡Señor
no podemos bajar!
Se
habían quedado atrapados en el extremo superior del espolón. No podían ir a ningún
lado. Con la ayuda del eco pude darle algunas indicaciones para que
bajen. Con dificultad esquivaron las caídas y deslizamientos de las recientes
llocllas.
Una
vez a salvo me comentaron que venian del Milagro. Habían salido a las seis de
la mañana y caminaron desde sus casas hasta el Cerro Campana. Era la primera
vez que estaban por allí, conocían el camino solo se propusieron subir y
quedaron atrapados por la montaña. Les propuse que me acompañen hasta el otro espolón
y luego bajemos, puesto que las condiciones atmosféricas no eran favorables
para nuestra seguridad. Caminamos juntos, les hable un poco de la Comunidad
Lomal y de la ocupación de los ancestros.
El
viento empezó a soplar fuerte, la cima empezó a cubrirse rápidamente de una
nubosidad espesa y a medida que se cubría se iba tiñendo de un color oscuro.
Entonces bajamos, cruzando el trazo de las llocllas y huaicos. Al fondo se veía
la Muralla Chimú atravesando el Milagro con un desolador paisaje dejado por los
recientes huaicos de las Quebradas León y San Idelfonso.
Finalmente
un camión que transportaba gravilla para la ciudad de Trujillo nos dio un jale.
Frente a nosotros desfilaban imágenes de los estragos dejados por los huaicos.
Jean
Pierre, Christian y Misael, llevan consigo las semillas del Pallar Moche, ellos
son los nuevos mensajeros del Pallar Moche y los nuevos integrantes de Rutas
Nómadas.
Víctor
Corcuera Cueva
Director Proyecto de
Caminatas e Interpretación del Patrimonio RUTAS NÓMADAS
Huanchaco,
el 24 de marzo del 2017
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