El biohuerto
III
– Primer confinamiento, respirar en el biohuerto
Víctor D. Corcuera Cueva
La cosecha de los primeros cultivos[1] del
biohuerto fue exitosa, siendo las lechugas y tomates las principales; un placer
consumirlas frescas. El gélido invierno
iba impactando en los cultivos del 2019, las plantas que soportaron las bajas
temperaturas serían las silvestres y, para sorpresa nuestra, el Aparacay y el
Aguaymanto.
Este episodio se inicia en enero del
2020 y se prolonga hasta junio del mismo año. Un proceso donde la coyuntura
sanitaria nos obligaría a quedarnos encerrados. Y es en este contexto que nuestra
relación con el biohuerto se afianzaría, creando vínculos de apropiación e
identidad.
El
viaje a Marruecos
La primera semana del 2020 decidimos
realizar un viaje al África, los Curis querían conocer el desierto del Sahara y de paso ver de cerca a los legendarios dromedarios. Nuestro destino de viaje fue
el país de Marruecos, una semana intensa de descubrimiento de su geografía,
biodiversidad, arqueología y cultura actual. Un viaje remarcable.
De los diversos lugares visitados, serían el desierto del Sahara y el sitio con quilcas (grabados rupestres) de Aït waàziq, los que nos marcaría de por vida. Tal como lo indicamos en las dos
publicaciones precedentes[2], con
los viajes buscamos que nuestros hijos descubran y conozcan otros ecosistemas,
otras realidades, otros mundos.
Imagen
superior, grabados rupestres de Aït waàziq; imagen inferior, travesía del
Sahara a paso de dromedarios.
La visita a Marruecos duraría una
semana, tiempo que coincidió con las vacaciones de fin de año de los Curis. Al
regreso a casa los paisajes del desierto marroquí continuaban en nuestras
mentes, imágenes que hacían contraste con el verdor de la Corrèze.
Primer
confinamiento, el Covid-19
Las noticias internacionales, a inicios
del 2020, ya hablaban significativamente de la epidemia -causada por el SARS-CoV-2- en los países asiáticos. Durante los meses de enero y febrero pensaríamos que
nunca llegaría a Europa ni a otros continentes. Nos equivocamos, frente al
súbito aumento de personas infectadas por el nuevo coronavirus, el gobierno
francés decretó el confinamiento nacional el 17 de marzo de 2020[3].
Posteriormente, el 23 de marzo, se declararía el estado de emergencia sanitaria[4]. Un
acontecimiento sin precedentes y experimentado en casi todos los países del
planeta.
Las medidas sanitarias y protocolos de
bioseguridad nos obligarían a quedarnos en casa, confinados, encerrados.
Felizmente, el gobierno francés había considerado una hora diaria para la
práctica del deporte individual o salidas en familia en un radio de 1km; un gran
alivio. Sabemos que en otros lugares -cómo
en Perú, por ejemplo- la realidad era mil veces más difícil que la nuestra y
las condiciones aún más adversas.
Nuestro
escape, el biohuerto
Es en este contexto que nuestro
biohuerto adquirió un rol transversal en nuestras vidas, nos regocijamos de
haber intervenido este espacio. El confinamiento habría sido un infierno de no
haber contado con los cultivos, con un lugar de escape.
Antes de la pandemia ya habíamos
planeado germinar las semillas y seguir transformando el biohuerto; el
confinamiento nos daría, en realidad, más tiempo para ejecutarlo.
Germinación
y cultivo del Pallar Moche (Phaseolus
lunatus)
Al igual que el Aguaymanto
y el Aparacay,
el cultivo del Pallar Moche en nuestro biohuerto era indiscutiblemente
necesario. Involucramos a los Curis para que participen en todo el proceso.
El 10 de marzo, siguiendo las
indicaciones de la Guía del Cultivo del Pallar Moche[5],
empezamos a germinar 4 semillas de Phaseolus
lunatus. Proceso que duraría hasta el 21 de marzo, fecha en que los trasplantaríamos al biohuerto.
1-4)
El 15/03 las 4 semillas emergen a la luz; 5-8) 17/03 cada pallar crece a
diferente ritmo; 9-12) 19/03 Las plántulas se van fortaleciendo; 12-15)
diferentes vistas, entre el 15/03 y 21/03; 16-19) trasplante en el biohuerto;
20) 10/03 inicio del proceso de germinación.
Cultivo
de la trilogía del nuevo mundo (Phaseolus
vulgaris, Cucurbita máxima, Zea mays)
Los Curis iniciaron, paralelamente al
cultivo del Pallar Moche, el cultivo de la trilogía del nuevo mundo, o sea,
poner en práctica lo que nuestros ancestros nos legaron: cultivar el frijol,
calabaza y maíz en el mismo espacio. El cultivo se inició el mismo día que empezó el primer
confinamiento, el 17/03.
1-6)
17/03 inicio del proceso de germinación y crecimiento del frijol, calabaza y
maíz; 7-8) 17/03 cultivo de tulipán; 9) 01/04 trasplante de la trilogía
La implementación del biohuerto fue gradual. A excepción del compostero, las baldosas de madera y la jardinera;
todos los otros elementos son el resultado de reciclaje. Es el caso, por
ejemplo, de una paleta de madera que la recogimos de los exteriores de un
centro comercial y que la transformaríamos en portal.
El
portal a prueba de gatos
La
pizarra de pans de Travassac.
Durante el proceso de limpieza, en abril
del 2019, habíamos hallado fragmentos de lajas de pizarra que, creemos, habrían caído del techo de la Tour de Maïsse
a lo largo del tiempo y se han ido acumulando en diferentes capas. Siguiendo
los consejos de mi abuelo materno, quien solía decir “guarda tus males para tus bienes”, las hemos conservado.
Aprovechando el confinamiento las usamos como soportes para la creatividad artística
de los Curis.
Quilcas
contemporáneas en pizarra.
Queremos hacer un paréntesis aquí,
puesto que para los que no somos originarios de Francia y, particularmente, de
la Corrèze, cuando vemos una laja de pizarra sin duda nos intriga sus características
y, sobre todo, su origen. Bien, la pizarra es una roca metamórfica de origen
sedimentario[6]
y su uso se remonta, al menos, a 5 mil años. La Paleta de Narmer[7],
por ejemplo, es un objeto arqueológico con grabados en pizarra que fue hallado en Hieracómpolis (Nejen) y actualmente es expuesta en
el Museo egipcio del Cairo.
La
Paleta de Narmer en pizarra © Museo egipcio del Cairo
El territorio de la Corrèze, como el
resto del Limousin, forma parte de los contrafuertes del Macizo Central, su
relieve se caracteriza por acentuadas hoyadas rodeadas de mesetas. Los
humedales están situados en sus partes más bajas mientras que las zonas de
cultivo, y asentamientos humanos, en las laderas. Las áreas boscosas llegan hasta
la cima de las mesetas[8].
El promedio anual de precipitación pluvial es de 909 mm[9],
lo cual explicaría la acentuada preferencia de pizarra para los techos.
La cantera de pizarra más antigua en la Corrèze es Travassac (1685). Por la reputación ganada, las pizarras de Travassac son usadas en diferentes partes de Francia. Por ejemplo, las pizarras de todos los inmuebles de la región de l’Auvergne, las cubiertas de la abadía del Monte de San Miguel, en Normandía, y de la catedral Saint-Étienne de Limoges, provienen de esta cantera.
Los
nuevos pizarristas de Travassac
Un día después de haberse iniciado el
estado de emergencia sanitaria, el 24 de marzo, empezamos a cultivar ajo.
Viendo algunos tutoriales en internet, nos percatamos que el proceso sería
sencillo. La coyuntura sanitaria y sus virtudes medicinales fueron
nuestro principal argumento.
1)24/03
Germinación de bulbos de ajo; 2-5) 27/03siembra de los bulbos germinados; 6)
colocación de rodajas de limón para ahuyentar a los gatos errantes; 7) 15/04 plántulas
de ajo
El biohuerto, un espacio para los sentidos
El primer
confinamiento hubiera sido peor de no haber contado con este espacio verde. Para
los Curis, el hecho de circular dentro de
un espacio cerrado durante todo el día y la ausencia de contacto social con sus
compañeros de clase, hizo del confinamiento un periodo de stress. Es en este
contexto que, para estimular los sentidos y apaciguar el encierro, el contacto con el biohuerto fue trascendental.
Establecimos horarios tratando de equilibrar las actividades pedagógicas y lúdicas, dentro y fuera de casa. No fue sencillo, pero al menos podíamos respirar y apreciar de cerca el microcosmos del biohuerto e improvisar.
Los
Curis en una aventura imaginaria.
Tulipanes
en flor.
El hecho de disponer una hora diaria para poder salir de casa fue un gran alivio. Era cuestión de organizarnos para las salidas con los Curis. Nuestros espacios comunes durante el primer confinamiento fueron: el parking y el huerto de la escuela de Turgot, así cómo también y el muelle Baluze.
Formato
de las autorizaciones
Talleres de germinación y cultivo
La primera semana de abril adquirimos, vía
postal, semillas de plantas ornamentales. Iniciaríamos de manera sistemática
los talleres de germinación con los Curis.
Aprovechando la oferta local, compramos algunos pies de lechuga, fresa, tomate y laurel. La temporada de lluvia había terminado y el cálido clima se anunciaba optimista para una buena cosecha.
Para la tercera semana de abril ya podíamos
afirmar que estábamos en primavera. Las flores era un placer constante para los
sentidos.
Pelargonium citronnellum
variegat
La vitalidad de la primavera era
compartida por los Curis. El confinamiento, a causa de la pandemia del
Covid-19, no podía quebrarnos ni muchos menos privar la felicidad de nuestros
hijos. El biohuerto era el detonante de la creatividad.
El
biohuerto y ellos.
La última semana de abril optimizamos
el espacio inmediato al compostero para sembrar bulbos de cebollas. Asimismo,
plantamos pimientos, lechugas y berenjena. Para este tiempo ya los Curis tenían
la experticia de todo el proceso del cultivo.
22/04 plantación de bulbos de cebolla
Mayo,
último mes de confinamiento
El 01 de mayo iniciamos con fuerza, la
energía de sembrar -y de seguir dotando de vitalidad al biohuerto- se había
apoderado de los Curis. Felizmente el servicio postal no se detuvo, lo que
permitió que hagamos algunos pedidos de semillas de ajíes: ají
habanero, ají amarillo y rocoto. Aprovechamos un envase de conserva de jugo como recipiente para el almacigo.
Los
maestros de la horticultura.
Una de las cosas más excepcionales que
nos pudo haber pasado, en este proceso de cultivo, fue de ver al Phaseolus
lunatus en flor, una adaptación sin precedentes.
El
legendario pallar moche en flor.
El 11 de mayo finalizaría el confinamiento,
sin embargo, la desazón y desesperanza se había instalado en muchos hogares y
comercios franceses. El encierro había tocado fondo.
Retorno a los viajes
Ni bien empezó el desconfinamiento nos fuimos bien lejos de la ciudad. Necesitábamos ver otros paisajes, no obstante, como el desconfinamiento fue gradual, nos limitaríamos a ciudades cercanas a la Corrèze. Nos escapamos a visitar el Aquarium de Limoges y el Moulin duGot (Ambos en Haute-Vienne).
1-3) Aquarium de Limoges; 4-6) Moulin du Got
Posteriormente, salimos a visitar el parque temático el Dino Parc, ubicado en el departamento de Lot (Región de Occitania), la visitas se realizaban siguiendo los protocolos de bioseguridad.
Granizada
Al regreso del dino parc presenciaríamos por primera vez, en Tulle, la
granizada por primera vez en Tulle[10].
El súbito aumento de temperatura causó una serie de tormentas eléctricas y
posteriormente una de las granizadas más espectacular que hayamos observado en
nuestras vidas. La granizada duró aproximadamente 15 minutos, tiempo más que
suficiente para estropear el biohuerto. La bombardeada de granizos quebró los
tallos de la mayoría de plantas y aun cuando logramos retirar la capa de
granizo, la mayoría de los cultivos, a causa del frio, quedaron seriamente
dañados.
Granizada
del 01/06 2020
El
renacimiento
Este evento meteorológico sería para
nosotros otro aprendizaje, desconocíamos totalmente que en mayo-junio eran los
meses de granizada, entonces tomamos el lado positivo de esto: la granizada
controla las potenciales plagas de los espacios cultivados.
Es en ese contexto que revitalizamos el
biohuerto. Empezamos por colocar baldosas de madera a lo largo del camino que
divide los cultivos. De esta manera el acceso sería más práctico durante el
periodo de lluvias. Asimismo, para crear las condiciones favorables para
insectos benéficos, instalamos una casa de insectos.
El biohuerto siempre nos has
sorprendido, desde la fertilidad del suelo, a causa de su riqueza biótica, y el
nivel de resiliencia de cultivos aparentemente frágiles. Es el caso, por
ejemplo, del calabacín, del cual obtuvimos una muy buena cosecha.
El biohuerto empezaba a adquirir
personalidad y carácter.
La temporada estival en Europa se inicia
con las vacaciones de los centros educativos. Sin embargo, este año fue
particular a causa de la pandemia. En Francia, al igual que los otros países
europeos, la situación aún era muy prematura, sin embargo, gradualmente se
fueron aprobando los protocolos para la reapertura de gran parte de la
industria turística.
Por nuestro lado, salimos de Tulle para
disfrutar un corto tiempo de reposo con los Curis. Sería durante este periodo
que nuestro biohuerto habría sido visitado por el jurado calificador del
concurso local: planton le décor, organizado por la municipalidad de Tulle.
Estaríamos ausentes durante la calificación, el resultado lo sabríamos meses
después. Pero esto ya es historia del próximo capítulo.
Víctor Corcuera Cueva
16/12/2020
[5]
CORCUERA CUEVA, Víctor. 2017. Guía para
el cultivo urbano del pallar moche, Phaseolus lunatus. https://www.academia.edu/35986850/GUIA_PARA_EL_CULTIVO_URBANO_DEL_PALLAR_MOCHE_Phaseolus_lunatus
[8] LE HECH, F. (2017). La géographie pour comprendre l’histoire. En: Histoire de la Corrèze. pp. 14-17
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